Alguna vez también se movieron

Ellos vivían igual, ellos vivían bien, algunos eran más altos que otros, algunos hablaban mucho y otros poco, pero todos, sin excepción se movían.

 

Pasaban fechas con extremo frío, los seres no querían salir, incluso las aves se habían metido en cuevas, totalmente algo insoportable, aunque sólo en algunas partes, en otros lugares más lejanos había un extremo calor, sequias y sed, algo que de igual forma era insoportable. Algunos se preguntaban porque todo estaba tan extraño.

 

La familia Vichardus vivía en ese momento algo muy difícil, como muchas otras familias por supuesto, ¿por qué elegir esta familia en especial?, porque ellos más que descubrir, tuvieron la suerte de iniciar el cambio, o al menos uno de los integrantes de ésta. Quizá era el destino, algún señalamiento divino, uno no sabe, pero por lo que haya sido, con él inició.

 

Arboledo Robles Vichardus, un ser fuerte y grande como ningún otro, se decía que medía 115 metros, algo anormal en definitiva, la estatura promedio era de 95 a 105 metros, éste ser era algo estruendoso, con su peinado en forma de montaña puntiaguda, con sus zapatos color moca, largos como un palo de escoba, ni hablar de las uñas, eran el doble de grandes o incluso más que sus propios pies. Tenía unas manos igual de grandes, pero éstas las utilizaba la mayoría de las veces para sostener su enorme cabeza. Ser inteligentísimo y sabio, duro como una roca, y pesado como un elefante.

 

Seres sin duda muy hábiles e inteligentes, que a pesar de su enorme tamaño, éste no era un impedimento, porque tenían todo a su ser. Sillas móviles con todo integrado, desde alimentos hasta algo para entretener. Contaban con bastantes observatorios, donde conseguían entender más lo que los rodeaba y miraba desde lo lejos. No tenían ya mucho qué ver, prácticamente todo ya lo habían descubierto, todo ya lo habían inventado. Para ellos la palabra infinito no era sinónimo de vida, sino sinónimo de aburrimiento. Muchos fueron los que se suicidaron, puesto que creían que ya todo lo sabían, ¿para qué vivir?, si cada cosa que sucedía, a cada minuto, a cada segundo, incluso a cada milésima de segundo, recibían, y no lo olvidaban, era información que entraba y ya no salía, así era su capacidad, que los nuevos, los pequeños, ya no tenían que ir a una academia, todo ya lo sabían, sólo era cuestión de corroborar. No había forma de que alguno de éstos se equivocara, era imposible, muchas computadoras habían sido incapacitadas ya desde hacía muchos años, sólo dejaron las cosas que les servían para moverse y algunas para seguir descubriendo, aunque muy en especial una, que les permitía mucho de lo que habían logrado. Gracias a ésta podían recibir en menos de un femtosegundo cuanta información quisieran.

 

Arboledo era muy parecido a todos los demás, pero además de las particularidades físicas, tenía algo más, algo que lo hacía muy diferente. En general, era algo insignificante lo que lo hacía distinto en un rango así de largo, y era una sola idea, una que nunca nadie había podido atisbar por los azares de la vida, únicamente él la tenía.

 

Cierto día, Arboledo ya no despertó, muchos creían que había muerto, lo curioso era, que fuera como fuera, él no se desmoronaba y caía como habían de hacerlo todos los que morían, sino que parecía más vivo que nunca. Seguía de pie, sus pies descalzos estaban, metidos en la tierra, como si se hubiera enamorado de ella y no hubiera forma de despegarlos. Sus brazos a pesar de ser siempre duros, aunque delgados, esta vez se resaltaba más su fortaleza, no movía nada, ni una uña. La cabeza era algo que de verdad se miraba raro, todo su interior de la cabeza se veía con claridad, verde, a primera vista algo asqueroso por supuesto, pero para las mentes abiertas de estos sabios seres, no les tomó más que un segundo dejar esa repulsión. Su rostro color moca había desparramado se en todo su cuerpo, como si algo muy caliente lo hubiera derretido, un verdadero espectáculo para los que aun logren recordarlo.

 

Pasaron décadas, siglos, milenios y más de 20 generaciones habían visto ya a Arboledo, en el mismo sitio que estaba, en la misma posición y con claridad, con el mismo aspecto. Había ya casos similares a los de Arboledo, les había pasado lo mismo, inmóviles como una roca. Pasados más años, eran ya muchísimos, más de tres cuartas partes de la especie habían sufrido lo mismo, los que sobraban comenzaban a pensar que no lo sabían todo, habían caído en un gran caos, algo que jamás se imaginaron.

 

El cielo despejado estaba el día que llegaron esos 10000 entes a las tierras pobladas por los semejantes de Arboledo, que ya eran pocos. Lo único que decían era: "yo soy", o al menos eso parecía, su idioma era extranjero, algo no conocido.

 

Bastó una década para que estos entes acabaran con los restantes con semejanza a Arboledo. Eran seres catastróficos, horrendos y feos, comparables con las peores pesadillas de los semejantes a Arboledo. Algunos de los cuerpos los usaron para mantener el fuego encendido, el cual no hacía mucho que otros, les habían compartido. De los otros no se sabe nada, algunos decían que venían de lo profundo de la tierra y que eran muy luminosos, como un rayo. Después del día del fuego, no se supo nada de ellos.

 

Los conquistadores de las tierras habían iniciado todo un movimiento caótico mientras seguían diciendo "yo soy". Ahora habían agregado una particularidad más, es que ahora comenzaban a decir distintas cosas después de la pequeña frase, tiempo después comenzaron a articular nuevas palabras para construir algo más complejo. Lo más extraño fue en un pequeño grupo muy hábil y fuerte, que a su frase había añadido unas palabras muy curiosas, y lo que decían exactamente era: “yo soy Arboledo, yo soy humano”.

 

Los semejantes a Arboledo habían encontrado una idea grande, y era una paz interior, una paz tan grande, que el dolor, el amor, las decisiones, la búsqueda, el riesgo, la libertad y todo, todo lo que los movía, había desaparecido en ellos. Ya no necesitaban buscar la razón de su existencia, ni hacer grandes hazañas para ser reconocidos como los mejores, simplemente se encaminaron a esperar, y así crear a nuevos seres que buscaran eso que no encontraban, eso que ya les había fastidiado, y así, sus creaciones, los humanos, trataran de encontrar lo inalcanzable, una simple oportunidad de soñar una vida. Los semejantes a Arboledo cambiaron de sentido hacia la verdadera vida, una donde morir no es un miedo, donde incluso no les importa vivir. Para los humanos esto inimaginable es, para los humanos esto no es vivir.

 

¿Ya lo recuerdas?

 

 

 

#Unos se creen inteligentes, otros se creen tontos, algunos se creen con razón, muchos se creen dioses, varios se creen en el mejor lugar, pocos no se creen únicos, la mayoría se creen únicos, cualquiera se cree lo que le dicen, todos son débiles ante alguien más, nadie tiene la verdad, ciertamente eres humano, humanamente hay o hubo alguien más que ya pensó esto.#

 

 


Castellanos Aguilar Kevin Rogelio